En una segunda fase debía retratar a uno de estos perros, pero la verdad no conocía al animal ni al dueño. Al principio algo de temor me invadía, su dueño me dijo que es un cachorrito, no es peligroso, así que poco a poco me fui acercando hasta que pude tocarlo y al final quise sostenerlo.
Una fuerza increíble sentía en la muñeca cuando sostenía al perro, se me trancaba la circulación y menos mal que solo olfateaba porque si aparece un gato por allí la historia seria otra.
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